Manejo

Problemas en los partos del vacuno de carne: causas y prevención (parte 1)

Problemas de partos

El parto representa uno de los mayores desafíos hacia la vida. Es la primera de una serie de “pruebas” a las que se tiene que enfrentar un ternero que lucha para crecer y desarrollarse como individuo. Este crítico y precoz desafío, no sólo puede representar un obstáculo para el neonato si no que, para la madre, también puede acarrear consecuencias que en el peor de los casos pueden acabar con su vida reproductiva y/o biológica.

Precisamente uno de los principales problemas que puede condicionar el futuro y la rentabilidad de una explotación es el porcentaje de éxitos o fracasos en los partos. La prevalencia de distocias conlleva una serie de consecuencias inmediatas en el conjunto vaca-ternero y unos costes económicos directos (tratamiento y costes veterinarios) e indirectos que mellarán los indicadores productivos de la explotación: intervalo entre partos, días abiertos, tasa de preñez, ganancia media diaria del ternero, peso al destete, etc.

Las estrategias para intentar minimizar la tasa de distocias pueden ser muy diversas y, como suele pasar en biología y en la vida en general, no hay una única solución mágica que funcione correctamente en todas y cada una de las situaciones. Los problemas en el parto tienen un origen multifactorial por lo que, en cuantas más posibles causas intentemos actuar, más probabilidad tendremos de tener un parto eutócico.

A nivel práctico, los factores que pueden ayudar a silenciar la prevalencia de distocias en una explotación se pueden dividir en tres grandes grupos: factores asociados a la madre, al padre y al feto.

Factores asociados a la madre

De entre todos los factores que pueden derivar de la progenitora, el más importante y determinante va a ser el desarrollo corporal de ésta. Si en una hipotética ecuación de predicción de distocias añadiéramos el factor “novilla”, las probabilidades aumentan exponencial y nefastamente. Y es precisamente debido a que una novilla es todavía un animal en crecimiento, en pleno desarrollo corporal, tanto a nivel óseo como muscular. Por esta razón, un tipo de manejo reproductivo recomendado es no poner en cubrición o inseminar a novillas que todavía no hayan alcanzado el 65% de su peso vivo adulto estimado, independientemente de su edad (Noya et al., 2019).

Si hablamos ya de animales adultos, otro elemento que tendrá gran relevancia en el éxito o fracaso del parto serán las dimensiones del canal del parto, también llamado área pélvica o apertura pelviana. Es el espacio virtual delimitado por estructuras óseas y, por tanto, rígidas, que tendrá que atravesar el neonato durante la fase expulsiva del parto para abandonar el útero y salir al exterior. Esta área es el resultado de multiplicar el diámetro vertical de la pelvis (distancia entre la sínfisis púbica y las vértebras sacras) y el diámetro horizontal (distancia máxima entre los cuerpos del ilion, Figura 1). La apertura pelviana tiene un peso trascendental en la determinación de la facilidad de parto de una vaca y, en explotaciones extensivas o semi-extensivas es un carácter fundamental a tener en cuenta ya que, en muchas ocasiones, los partos se producirán en zonas de pastoreo, remotas y sin supervisión. La heredabilidad estimada de la apertura pelviana es alta (h2 = 0,68; Morrison et al., 1986), por lo que debería ser un criterio de selección genética a tener en cuenta en programas de selección y apareamientos por el ganadero.

Figura 1. Diámetro vertical y horizontal del canal del parto medidos con un pelvímetro. Adaptado de VISGAR (Visual Guide of Animal Reproduction)



Factores asociados al padre

Los factores paternos que más podrán influir en el tipo de parto serán aquellos caracteres genéticos que el padre (como también la madre) transmitirán al nuevo individuo en formación. El desarrollo de programas de selección genética y el uso de herramientas genómicas ha hecho que, mediante la inseminación artificial, el ganadero pueda introducir en sus esquemas de apareamiento aquellos machos que van a minimizar la probabilidad de distocia. Ya sea por tratarse de novillas, o vacas con episodios previos de partos problemáticos, se pueden seleccionar por ejemplo aquellos machos que no sean portadores de una mutación en el gen de la miostatina (mutación que produce animales hipertrofiados, o también llamados “culones”), o que sean mejorantes para el carácter “facilidad de parto”, también de alta heredabilidad (h2: 0,45-0,68; Cortés-Lacruz et al. (2017)).

Factores asociados al feto

El tamaño del ternero y su relación con el canal del parto materno es determinante. Incluso con una buena colocación fetal, una desproporción entre ambas estructuras puede generar problemas. Cuanto mayor sea el neonato y menor la apertura pélvica, mayor será el riesgo de distocia.

¿Y si midiéramos la grupa del padre para prevenir problemas en los partos?

Ante esta compleja casuística, y sin perder de vista el origen multifactorial de una distocia, una buena herramienta que podría ayudar a disminuir su incidencia consistiría en seleccionar aquellos individuos con mayor área pélvica. En el caso de las hembras, la selección de estas madres en una explotación se puede producir, más o menos, de forma intuitiva. Hembras con una reducida área pélvica y, como hemos descrito, con alta probabilidad de distocias, tras varios antecedentes de partos problemáticos en su historial suelen ser objeto de descarte por parte del ganadero. Este método genera una selección individual, lenta, con poca ambición transgeneracional y con consecuencias reproductivas para la madre y económicas para el ganadero. Pero en el caso de los machos, este carácter de alta trascendencia reproductiva pasa normalmente desapercibido. Dada la alta heredabilidad y, por tanto, la gran probabilidad de transmitir este carácter a la descendencia tanto masculina como femenina, seleccionar aquellos padres de mayor área pélvica puede ser una buena estrategia de apareamiento, complementando, si es que disponemos de esa información, a otros criterios de selección como la ausencia del gen “culón” o una mejor facilidad de parto. Este tipo de selección, juntamente con la alta diseminación genética que aporta la inseminación artificial, es un método de mayor magnitud y de carácter más preventivo, intentando aportar soluciones “antes de que aparezca el problema” a diferentes generaciones.

Sin embargo, poder determinar la apertura pelviana no es un método inmediato ni sencillo. Requiere de experiencia y personal veterinario cualificado. Con el animal de pie e inmovilizado, se anestesia la zona de la grupa (bloqueo epidural entre C1 y C2) para facilitar la relajación de la musculatura intrapelviana que delimita el canal del parto. Posteriormente, se introduce por el recto un pelvímetro (un instrumento parecido a un compás que tiene una escala para medir distancias) que determinará la altura (diámetro vertical) y la anchura (diámetro horizontal) del canal del parto (Figura 2). La casuística que implica la técnica, el tipo de manejo del animal, y la experiencia que requiere por parte del técnico, hace que a pesar de la valiosa información que nos ofrece esta medición, no sea una práctica de uso rutinario en las explotaciones. El poder encontrar un método más simple, fiable e inmediato de poder medir (o extrapolar) el área pélvica sería una buena estrategia para poder “democratizar” este parámetro y empezar a tenerlo presente bajo un punto de vista reproductivo.

Figura 2. Pelvímetro y procedimiento para determinar el área pelviana.



Conclusión (Parte 1)

Las distocias en el vacuno de carne tienen múltiples causas y repercusiones sanitarias, reproductivas y económicas. Abordarlas requiere un enfoque integral, que incluya tanto el manejo de las novillas como la selección genética de toros y hembras. En la próxima entrega profundizaremos en herramientas prácticas de prevención, manejo periparto y asistencia al parto en campo.

Referencias bibliográficas

Cortés-Lacruz X., Revilla R., Casasús I., Sanz A., Ferrer J., Banzo P., Villalba D. (2017). “Evaluación genética de la facilidad de parto en la raza bovina parda de montaña usando los modelos lineal y umbral”. ITEA 113(2): 158-175.

Morrison D. G., Williamson W. D., Humes P. E. (1986). “Estimates of Heritabilities and Correlations of Traits Associated with Pelvic Area in Beef Cattle”. Journal of Animal Science 63: 432-437.

Noya A., Casasús I., Ferrer J., Sanz A. (2019). “Effects of developmental programming caused by maternal nutrient intake on postnatal performance of beef heifers and their calves”. Animals 9: 1072.